¿Por qué trabajar en la inteligencia emocional de los niños?
Desde hace algunos años se sabe que la inteligencia por sí sola no es suficiente para tener éxito, hay que ser emocionalmente inteligente. Las personas emocionalmente estables se adaptan mejor a su entorno, son menos impulsivas y gestionan mejor el estrés. También son más optimistas, tienen relaciones sociales más intensas y equilibradas. Todas estas cualidades les permiten tener más éxito, tanto personal como profesionalmente.
Al desarrollar la inteligencia emocional, tu hijo aprende a mantener el control de sus emociones y a adaptarse a las personas que le rodean. Puede aprender habilidades sociales que le serán muy útiles en su vida. Su capacidad de comunicación, empatía, paciencia, flexibilidad y capacidad de persuasión le ayudarán a adaptarse mejor a las situaciones cotidianas, por más difíciles que sean.
Inteligencia emocional y autoestima en los niños.
Las personas con una buena inteligencia emocional tienen una visión positiva de sí mismas. Al dar más espacio a las emociones positivas (alegría, esperanza, gratitud, empatía…) y dejar en un segundo plano las emociones negativas (miedo, ira, odio, estrés, culpa…), tu hijo reforzará su autoestima, importante para tener éxito en la vida.
¿Cómo ayudar a su hijo a reconocer sus emociones?
Las emociones ya desempeñan un papel muy importante en la vida de tu hijo y en sus relaciones con los demás. Pero, ¿qué es una emoción para su hijo? Todavía es algo abstracto para su cerebro en desarrollo. Si le animas a prestar atención a lo que siente, a reconocer sus emociones, puedes ayudarle a desarrollar su inteligencia emocional: la alegría que sintieron al ir a dormir a casa de su amiga, o el miedo que sintieron al leer una historia de fantasmas…
También puedes hablarle de tus propias emociones. Ayer, mamá se alegró de haber encontrado el diario que había extraviado. Papá estaba estresado porque había tenido una avería en la autopista… Los personajes de ficción, los de las películas, los dibujos animados y los libros infantiles, también experimentan todo tipo de emociones, negativas o positivas. Al señalar el abanico de emociones que sienten sus héroes favoritos, alegría, tristeza, ira, miedo, orgullo, esperanza…, les estás ayudando a desarrollar su inteligencia emocional.
¿Qué hacer cuando la expresión emocional de tu hijo es muy intensa?
Las emociones de tu hijo son más intensas que las de un adulto, y su expresión también es más fuerte. La pérdida de un hámster puede causar un inmenso dolor a tu hijo. La emoción causada por la muerte del pequeño roedor puede parecerte desproporcionada, pero es adecuada a la tristeza que siente tu hijo. Empatiza con tu hijo y evita minimizarlo. Ayuda a tu hijo a expresar su dolor y a encontrar formas de superarlo.
Cuando tu hijo hace caprichos porque te niegas a comprarle un juguete nuevo, la reacción puede parecer inapropiada por el “daño” causado. Por muy intensa y violenta que sea la emoción, reaccionar enfadándose uno mismo no es la mejor opción. Pedir a tu hijo que deje de gritar, forzando la voz, no suele tener mucho efecto. Otra opción es aceptar el enfado de tu hijo, decirle que lo entiendes y que puede hablar contigo de ello.
Reaccionar tranquilamente no siempre es fácil, sobre todo cuando tu hijo está haciendo un berrinche en medio del supermercado, y tú tienes un mal día de trabajo a tus espaldas… por no hablar de las miradas de reproche de los clientes… Sin embargo, al dejarle expresar su enfado, le estás animando a superarlo y a experimentar un nuevo sentimiento: la frustración.
¿Hay que ayudar a mi hijo a expresar sus emociones de forma positiva?
La vida consiste en experimentar emociones. Positivas o negativas, todas son esenciales para el desarrollo de tu hijo. Evita sobreproteger a tu hijo tratando de protegerlo de las emociones negativas. El miedo, la decepción, la vergüenza, el resentimiento o los celos pueden no ser sentimientos que usted quiera que su hijo desarrolle. Sin embargo, forman parte de su aprendizaje emocional y son tan importantes como la alegría, la esperanza, el orgullo o la gratitud. Al reconocer las emociones y descubrir todas sus facetas, su hijo desarrolla la inteligencia emocional. También pueden desarrollar mecanismos de afrontamiento para controlar las emociones negativas.
Pequeños ejercicios de respiración o meditación pueden ayudarle a “gestionar” mejor sus caprichos, por ejemplo. Pequeños rituales simbólicos (el entierro de su hámster favorito) pueden suavizar su dolor. Puede expresar todas sus emociones utilizando un medio de expresión que le guste especialmente: el dibujo, el teatro, la danza, la mímica o los títeres… Todo es bueno para expresar sus emociones, ¡sobre todo cuando todavía no tiene el vocabulario necesario para hablar de ellas a sus padres!
¿Cree que la inteligencia emocional es importante? ¿Cuáles son sus métodos personales para desarrollar la inteligencia emocional de su hijo?
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