Su hijo, filósofo por naturaleza
A partir de los 3-4 años, tu hijo empieza a hacer todo tipo de preguntas sobre todo lo que le rodea: ¿Por qué el cielo es azul? ¿Por qué hay estrellas en el cielo? ¿Por qué los peces no pueden volar? Un poco más tarde, en torno a los 7-8 años, sus preguntas se vuelven más profundas y abordan las grandes cuestiones existenciales, las que todo ser humano se plantea a lo largo de su vida, sobre la amistad, la libertad, la mentira, la muerte, etc. Sin saberlo, su hijo está haciendo filosofía desde una temprana edad.
¿Qué hace la filosofía por su hijo?
La filosofía ayudará en primer lugar a su hijo a dar sentido al mundo que le rodea. Esto les permitirá descubrir su propia personalidad, comprender mejor sus emociones y las de los demás. Les enseñará a desarrollar su pensamiento, a apoyar un punto de vista, a argumentar, a dudar, a matizar sus afirmaciones y a estar abiertos a nuevas ideas, habilidades que les ayudarán mucho más adelante en sus ensayos.
Al aprender a pensar, tu hijo será más maduro, seguro e independiente, y desarrollará una mente crítica. En el mundo actual, en el que todo tipo de información extravagante, conocida como fake news, se difunde a una velocidad vertiginosa gracias a la tecnología digital, tener un espíritu crítico es más importante que nunca. La filosofía también le enseñará algo esencial: a aceptar que no hay respuestas a todas las preguntas y que a veces es necesario renunciar a intentar explicarlo todo para simplemente saborear la felicidad de existir.
¿De qué temas hablar con su hijo?
Tu hijo tiene tantas preguntas que no debería ser difícil encontrar un tema que le interese. En función de su edad, puedes elegir entre algunos temas de reflexión como el miedo, la amistad, la libertad, la verdad, la violencia, el amor, el trabajo, la felicidad, la diferencia, la infancia, la muerte, la escuela, la familia, la enfermedad… ¿Tiene sentido la vida? ¿Qué significa ser feliz? ¿Tenemos derecho a mentir? O preguntas un poco más específicas: ¿cuál es la diferencia entre creencia y conocimiento, derecho y deber, alegría y felicidad? Haciendo que tu hijo pequeño piense en estos temas, irá descubriendo que no sabe, que es más complicado de lo que imaginaba encontrar respuestas, que es normal tener dudas, que cuanto más se piensa, menos se sabe y eso es lo que lo cambia todo.
Materiales para interesar a su hijo en la filosofía
Hay muchos materiales que pueden servir de excusa para pensar con su hijo. Puede ser una historia que acaban de leer. Un texto como El Principito de Saint Exupéry puede ser un punto de partida para reflexionar sobre la amistad, un cuento como La Bella Durmiente una oportunidad para hablar del lugar de las mujeres en la sociedad o El Patito Feo una forma de hablar de la exclusión, etc.
Puedes pedirles que describan lo que ocurre en la historia que acaban de leer y que den su opinión. ¿Qué recuerdas? ¿Has sentido o experimentado alguna vez lo mismo que los personajes? ¿Habrías reaccionado de la misma manera que ellos? ¿Por qué o por qué no? Haz siempre preguntas abiertas y replantea lo que dicen si se atascan en su pensamiento. Reformúlelas si se salen del tema o se pierden en anécdotas.
Los libros no son la única fuente de inspiración. También puedes utilizar un acontecimiento que haya tenido lugar durante el día: una discusión con su mejor amigo puede llevarte a hablar de la amistad, una fiesta de cumpleaños puede ser un pretexto para hablar de la felicidad. Lo importante es elegir temas adecuados a su edad y que les gusten, para evitar el aburrimiento. Hay muchas otras formas interesantes de dar pie a la reflexión. Puede ser una película, un dibujo animado, un cuadro o una foto.
¿Qué errores hay que evitar?
La filosofía no se limita a una simple charla libre de cualquier forma de reglas. La filosofía requiere la capacidad de escuchar, argumentar y mantenerse en el tema. La filosofía es un medio para expresar las ideas, pero no una herramienta de persuasión. Todos los puntos de vista pueden defenderse, siempre que uno sea capaz de desarrollar un argumento para justificarlos. No hay una respuesta correcta o incorrecta, todo el mundo puede tener una opinión.
Evite la trampa de ser crítico o moralista. El objetivo no es imponer tu punto de vista, sino dar a tu hijo la libertad de desarrollar el suyo propio, aunque aún esté en fase embrionaria. A medida que desarrollen su pensamiento, siempre podrán volver a tener una opinión muy firme con la que usted no esté necesariamente de acuerdo. Dales tiempo. Al fin y al cabo, tienen derecho a no estar de acuerdo con sus padres.
Si el mundo estuviera poblado sólo por filósofos, es razonable pensar que la armonía reinaría en la Tierra y que no habría más conflictos. La filosofía es, en efecto, una forma de mejorar el mundo. ¿Qué opinas de esto?
No hay comentarios todavía.